El proyecto pone el foco en la relación entre una construcción eficiente y el futuro huerto familiar, exponentes los dos de autosuficiencia y conciencia ecológica.
La arquitectura que proponemos busca calibrar su presencia con relación al huerto y al árbol a través de la simplicidad formal y la naturalidad de su materialidad para propiciar una vivencia que favorezca las actividades cotidianas domésticas y los principales elementos naturales que, junto con la vivienda, conformen el lugar. Así, diseñamos un edificio compacto que resuelve el desnivel existente entre la calle y la parcela que, a la vez, genera un espacio exterior intermedio alrededor del árbol.
En la planta superior están las zonas más funcionales y, a manera de apéndice, el espacio de convivencia común. Su ubicación propicia el recogimiento y la reunión, así como una relación con el exterior como “escenas prestadas”. En este espacio se encuadran diferentes elementos externos generando una percepción fragmentada del entorno; así, el mar, el pinar, los olivos y el algarrobo se hacen presentes en el interior generando cierta actitud contemplativa.
La planta inferior, directamente relacionada con el jardín, contiene los aposentos más privados, haciendo de este un lugar íntimo.